domingo, 9 de marzo de 2014

Wilmer y Jean Carlos, trabajando como adultos para vivir como n

La realidad  de  dos infantes 
Wilmer y Jean Carlos en las calles de Santa Marta con “Mami”
Investigadores: Paola Álvarez, Nidia Muñiz ,Natalia Olarte

´Tanqueado´ el medio de transporte de agua y pasto,  en el que pasan la mayor parte del día, Wilmer y Jean Carlos, de tan solo nueve y once años de edad, apenas empiezan  su recorrido por las calles de Santa Marta.  Ofreciendo a través de un megáfono, lo que llevan en  su carreta para la venta, exclaman con bullicio ,“guineo verde, guineo verde..25 guineos por mil pesos”, esto lo hacen  en compañía de “mami”, como ellos bautizaron a la burrita, quien los acompaña también en sus largas travesías y en medio del caliente sol.

Wilmer y Jean Carlos, habitan hoy junto con sus familiares en el cerro alto del barrio Nacho Vives; Ambos abandonaron el colegio donde cursaban cuarto de primaria.
Una de las principales razones que, según, los motivaron a volcarse completamente a las calles a trabajar,   fue  insatisfacción de saber  que sus padres no puedan cumplir con las necesidades que ellos tienen,  que es lo que ha  llevado a estos dos niños a compartir el deseo de ser independientes y  poder ganar el dinero que  requieren  para comprar un poco de ropa para vestirse, así como también, comer y suplir algunos de los deseos que por lo general tienen los niños de su edad (juguetes).
Jean Carlos, es el  mayor de cinco hermanos, cada uno de distintos padres. Actualmente vive con su madre, sus hermanitos pequeños y el actual padrastro. “Mi mamá trabaja en casas de familia,  y se la pasa así todo el día, solo la veo en la noche”  afirma Jean. Sin duda, esta madre  por tratar de buscar el sustento, le toca dejar a sus hijos al mando de ellos mismos, sin ninguna autoridad    que les pueda servir de guía para afrontar la realidad social que observan en el contexto de pobreza en el que viven.  Jean Carlos, convive también con su padrastro,  al quien ve drogarse todos los días en el patio de su propia casa. 
Jean quien hablaba en medio de  ´mamadera de gallo’, que si tenía ganas de estudiar, decía que sí y que no; entonces decía lo que el pretendía hacer cuando fuera grande y la forma en cómo,  salir adelante, entre risas contestaba,  “si no estudio, me meto a matar”. Una respuesta aterradora en un niño de tan solo 9 años edad.
Por otra parte, Wilmer, con una personalidad menos explosiva  e inquieta a la de Jean Carlos, expresaba sus ganas de estudiar, sin embargo dice que tiene que trabajar para él, para comprarse sus  cosas, pues siempre lo ha hecho, antes lo hacía por las tardes , después de regresar del colegio emprendía su recorrido con “mami” su burrita. Vive también en el barrio “Nacho Vives”, con sus padres  y cuatro  hermanos, menores. Al igual que la madre de Jean Carlos, la de Wilmer t trabaja en casa de familia y lavando ropa ajena; su padre, al que le hereda el oficio que el realiza, sale a trabajar también en otra burrita, mientras sus hermanos menores, a diferencia de él, van al colegio.

Wilmer, que con tan solo 11 años de edad, muestra madurez ante la vida que le tocó, dice que el otro año sí regresará al colegio, pero buscará uno mejor, pues otro de los motivos por los que dejó y no le gustaba la escuela a la que asistía, “era que en el colegio habían muchos pelao´s mariguaneros, que metían droga y esas cosas no me gustan” expresaba  Wilmer.

Ambos menores, son víctimas, como muchos en este país, de una de las realidades  sociales más punzantes que emergen  en las ciudades y pueblos de Colombia, el Trabajo Infantil. Desorientados y con tantas necesidades,  deciden buscar en la calle, lo que no pueden encontrar en sus hogares. Jean Carlos y Wilmer, como amiguitos comparten risas, afecto, cariño e ideas, tratando de suplir una necesidad y satisfacer por medio de unos cuantos pesos , sus deseos, dejando a un lado su vida como infante y recogiendo en la calle la realidad que los lleva en un paso acelerado a vivir como grandes .

Así mismo, es preciso señalar que los niños en esta edad,  son mucho más vulnerables y corren mucho peligro en las calles. Si miramos el aspecto psicológico, estos niños pueden llegar a sentirse con una baja dignidad, y en los aspectos morales considerarse niños sin valores, corren el riesgo de volver niños groseros y desobedientes.

Así mismo, es preciso señalar que los niños en esta edad,  son mucho más vulnerables y corren mucho peligro en las calles. Si miramos el aspecto psicológico, estos niños pueden llegar a sentirse con una baja dignidad, y en los aspectos morales considerarse niños sin valores, corren el riesgo de volver niños groseros y desobedientes.

En lo físico también sufren los niños cuando realizan trabajos que por ende no están acostumbrados, de hecho quienes lo hacen son personas adultas, un niño de 8 años de edad levantando un objeto pesado puede causarle lesiones físicas, perjudicando su salud.

Las cifras de infantes trabajando son muy altas, así lo afirmó la Directora General de Protección Laboral, Melva Díaz Better, en el Informe Trabajo Infantil: Ministerio de la Protección Social, quien dijo: “Tenemos en el país, 1.768.154 niñas, niños y adolescentes trabajando, una cifra muy elevada, pero con apuestas de política contundentes para enfrentar esta problemática. La información y análisis es muy importante, porque el trabajo infantil en Colombia es muy heterogéneo, los niños están presentes en las calles y las niñas en los oficios en el propio hogar y en hogares de terceros. En el sector rural se concentra la mayoría del trabajo y el problema también se focaliza en las mayores edades, de 14 a 17 años” (Red para la infancia , 2013).

Niños entre los 9 y 14 años, son los que normalmente toman estos tipos de trabajo, como lo es el caso de estos dos infantes. Aunque a decir verdad, casos como estos hay muchos en Colombia. Pero ¿El trabajo infantil no es un delito? Preguntas como estas nos asechan cada vez que vemos niños trabajando en vez de jugar fútbol.  La Ley 1098 de 2006 – Código de infancia y adolescencia-  Art 2. Tiene por objetivo establecer normas sustantivas y procesales para la protección infantil de los niños, niñas y adolescentes garantizar el ejercicio de sus derechos y libertades consagrado en los instrumentos internacionales de Derechos Humanos, en la Constitución Política y en las leyes así como en su restablecimiento. Dicha garantía y protección será obligación de la familia, la sociedad y estado.

Las cifras publicadas por el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar)  revelan que Santa Marta es una de las ciudades con menor trabajo infantil del país, la cifra de un 4,6 por cientos. Pero esto no apacigua la situación de los niños que se encuentran en las calles luchando por conseguir dinero. El ICBF, realiza campañas principalmente en las comunas más necesitas para concientizar a los padres y niños, que la prioridad es estudiar.


Así mismo la fundación telefónica y la oficina de población vulnerable del distrito, con su programa de Proniño, busca acabar con el trabajo al que se ven sometidos los niños, como en el caso de Wilmer y Jean Carlos. Las investigaciones adelantadas evidencian que el género masculino es el más propenso a dejar la escuela para iniciar una vida laboral, pero el trabajo infantil en ambos sexos es preocupante, debido que ellos quedan expuestos a todo peligro, como las drogas, el abuso sexual y el maltrato, Telefónica en su proyecto contra el trabajo infantil realizan, marchas, entrega de kits escolares, y campañas para erradicar el trabajo infantil y  no permitir ningún niño fuera de la escuela. Por esta razón todos, sin excepción alguna, debemos hacer cumplir con los derechos de pequeños como Wilmer y Jean Carlos  y no permitir que estos trabajen como adultos para vivir como niños.

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