La
realidad de dos infantes
Wilmer
y Jean Carlos en las calles de Santa Marta con “Mami”
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Investigadores: Paola
Álvarez, Nidia Muñiz ,Natalia Olarte
´Tanqueado´ el medio de
transporte de agua y pasto, en el que
pasan la mayor parte del día, Wilmer y Jean Carlos, de tan solo nueve y once
años de edad, apenas empiezan su
recorrido por las calles de Santa Marta.
Ofreciendo a través de un megáfono, lo que llevan en su carreta para la venta, exclaman con
bullicio ,“guineo verde, guineo verde..25 guineos por mil pesos”, esto lo
hacen en compañía de “mami”, como ellos
bautizaron a la burrita, quien los acompaña también en sus largas travesías y
en medio del caliente sol.
Wilmer
y Jean Carlos, habitan hoy junto con sus familiares en el cerro alto del barrio
Nacho Vives; Ambos abandonaron el colegio
donde cursaban cuarto de primaria.
Una
de las principales razones que, según, los motivaron a volcarse completamente a
las calles a trabajar, fue insatisfacción de saber que sus padres no puedan cumplir con las
necesidades que ellos tienen, que es lo
que ha llevado a estos dos niños a
compartir el deseo de ser independientes y
poder ganar el dinero que
requieren para comprar un poco de
ropa para vestirse, así como también, comer y suplir algunos de los deseos que
por lo general tienen los niños de su edad (juguetes).
Jean
Carlos, es el mayor de cinco hermanos,
cada uno de distintos padres. Actualmente vive con su madre, sus hermanitos
pequeños y el actual padrastro. “Mi mamá trabaja en casas de familia, y se la pasa así todo el día, solo la veo en
la noche” afirma Jean. Sin duda, esta
madre por tratar de buscar el sustento,
le toca dejar a sus hijos al mando de ellos mismos, sin ninguna autoridad que les pueda servir de guía para afrontar la
realidad social que observan en el contexto de pobreza en el que viven. Jean Carlos, convive también con su padrastro, al quien ve drogarse todos los días en el
patio de su propia casa.
Jean
quien hablaba en medio de ´mamadera de gallo’,
que si tenía ganas de estudiar, decía que sí y que no; entonces decía lo que el
pretendía hacer cuando fuera grande y la forma en cómo, salir adelante, entre risas contestaba, “si no estudio, me meto a matar”. Una
respuesta aterradora en un niño de tan solo 9 años edad.
Por otra parte, Wilmer,
con una personalidad menos explosiva e
inquieta a la de Jean Carlos, expresaba sus ganas de estudiar, sin embargo dice
que tiene que trabajar para él, para comprarse sus cosas, pues siempre lo ha hecho, antes lo
hacía por las tardes , después de regresar del colegio emprendía su recorrido
con “mami” su burrita. Vive también en el barrio “Nacho Vives”, con sus
padres y cuatro hermanos, menores. Al igual que la madre de
Jean Carlos, la de Wilmer t trabaja en casa de familia y lavando ropa ajena; su
padre, al que le hereda el oficio que el realiza, sale a trabajar también en
otra burrita, mientras sus hermanos menores, a diferencia de él, van al
colegio.
Wilmer,
que con tan solo 11 años de edad, muestra madurez ante la vida que le tocó,
dice que el otro año sí regresará al colegio, pero buscará uno mejor, pues otro
de los motivos por los que dejó y no le gustaba la escuela a la que asistía, “era
que en el colegio habían muchos pelao´s mariguaneros, que metían droga y esas
cosas no me gustan” expresaba Wilmer.
Ambos
menores, son víctimas, como muchos en este país, de una de las realidades sociales más punzantes que emergen en las ciudades y pueblos de Colombia, el
Trabajo Infantil. Desorientados y con tantas necesidades, deciden buscar en la calle, lo que no pueden
encontrar en sus hogares. Jean Carlos y Wilmer, como amiguitos comparten risas,
afecto, cariño e ideas, tratando de suplir una necesidad y satisfacer por medio
de unos cuantos pesos , sus deseos, dejando a un lado su vida como infante y
recogiendo en la calle la realidad que los lleva en un paso acelerado a vivir
como grandes .
Así mismo, es preciso
señalar que los niños en esta edad, son
mucho más vulnerables y corren mucho peligro en las calles. Si miramos el
aspecto psicológico, estos niños pueden llegar a sentirse con una baja
dignidad, y en los aspectos morales considerarse niños sin valores, corren el
riesgo de volver niños groseros y desobedientes.
Así mismo, es preciso señalar que los niños en
esta edad, son mucho más vulnerables y
corren mucho peligro en las calles. Si miramos el aspecto psicológico, estos
niños pueden llegar a sentirse con una baja dignidad, y en los aspectos morales
considerarse niños sin valores, corren el riesgo de volver niños groseros y
desobedientes.
En lo físico también sufren los niños cuando
realizan trabajos que por ende no están acostumbrados, de hecho quienes lo
hacen son personas adultas, un niño de 8 años de edad levantando un objeto
pesado puede causarle lesiones físicas, perjudicando su salud.
Las cifras de infantes
trabajando son muy altas, así lo afirmó la Directora General de Protección
Laboral, Melva Díaz Better, en el Informe Trabajo Infantil: Ministerio de la Protección
Social, quien dijo: “Tenemos en el país, 1.768.154 niñas, niños y adolescentes
trabajando, una cifra muy elevada, pero con apuestas de política contundentes
para enfrentar esta problemática. La información y análisis es muy importante,
porque el trabajo infantil en Colombia es muy heterogéneo, los niños están
presentes en las calles y las niñas en los oficios en el propio hogar y en
hogares de terceros. En el sector rural se concentra la mayoría del trabajo y
el problema también se focaliza en las mayores edades, de 14 a 17 años” (Red
para la infancia , 2013).
Niños entre los 9 y 14 años,
son los que normalmente toman estos tipos de trabajo, como lo es el caso de
estos dos infantes. Aunque a decir verdad, casos como estos hay muchos en
Colombia. Pero ¿El trabajo infantil no es un delito? Preguntas como estas nos
asechan cada vez que vemos niños trabajando en vez de jugar fútbol. La Ley 1098 de 2006 – Código de infancia y
adolescencia- Art 2. Tiene por objetivo
establecer normas sustantivas y procesales para la protección infantil de los
niños, niñas y adolescentes garantizar el ejercicio de sus derechos y
libertades consagrado en los instrumentos internacionales de Derechos Humanos,
en la Constitución Política y en las leyes así como en su restablecimiento.
Dicha garantía y protección será obligación de la familia, la sociedad y
estado.
Las cifras publicadas por el
ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) revelan que Santa Marta es una de las
ciudades con menor trabajo infantil del país, la cifra de un 4,6 por cientos.
Pero esto no apacigua la situación de los niños que se encuentran en las calles
luchando por conseguir dinero. El ICBF, realiza campañas principalmente en las
comunas más necesitas para concientizar a los padres y niños, que la prioridad
es estudiar.
Así mismo la fundación
telefónica y la oficina de población vulnerable del distrito, con su programa
de Proniño, busca acabar con el trabajo al que se ven sometidos los niños, como
en el caso de Wilmer y Jean Carlos. Las investigaciones adelantadas evidencian
que el género masculino es el más propenso a dejar la escuela para iniciar una
vida laboral, pero el trabajo infantil en ambos sexos es preocupante, debido
que ellos quedan expuestos a todo peligro, como las drogas, el abuso sexual y
el maltrato, Telefónica en su proyecto contra el trabajo infantil realizan,
marchas, entrega de kits escolares, y campañas para erradicar el trabajo
infantil y no permitir ningún niño fuera
de la escuela. Por esta razón todos, sin excepción alguna, debemos hacer
cumplir con los derechos de pequeños como Wilmer y Jean Carlos y no permitir que estos trabajen como adultos
para vivir como niños.
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